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Monday, October 31, 2005

el hombre me miro

otro mes va.

que te queda hombre que te queda

La vida que siguió del sueño

Entonces el hombre miro, fijó a la expectativa que se presentaba en su futuro, levantándose de la orilla del risco en el que se mantenía sentado, miró al cielo y vio un destello, eran sus sueños corriendo enfrente de el, se mantuvo estático ante su presencia, vio como su vida se cristalizaba como él rio de su imaginación que hace mucho había roto su cause.

Contemplando, observando, y meditando, no pudo hacer mas con lo que estaba en frente de el; En aquel risco que se levantaba sobre todos los hombres, donde el pensamiento ya solitario de querer ser algo que no se es, estando viendo como moría la ultima esperanza, hablo para sí mismo, como un ritual en el que se reza una oración para alguien ya difunto.

Camino un poco observando su alrededor, el cielo negro en el que las nubes vivían con sus alucinaciones, como si en verdad pudiera ser lo que su antagónica mente vivía en realidad, disfrutando de su felicidad banal pero no sincera, en la soledad del risco ya erosionado por el tiempo, en el que el se mantenía estoico a la verdad que le decía su corazón. Se sentó de nuevo para pensarlo, y en ese pensamiento; el saco de arena que ya pesaba en su cabeza cayo sobre esta haciéndolo dudar de poder terminar lo que no había empezado, lo que el cuerpo sabia que no lograría ser, estaba retando a su cerebro para lograr salir de ahí, de ese risco, del risco que maldecía al que quisiera cruzarlo con la delicia de su soledad.

Como un a luz que se mezclaba con su ya deteriorado cuerpo; se levanto queriendo correr como antes lo hacia, mientras su mente se preguntaba ¿para qué?, Continuo corriendo con todas sus fuerzas hacia la punta del risco, el aire pesado que se sentía mareaba su cabeza que aturdida ante la fuga de energía que estaba ocurriendo en ese momento.

Se negaba a continuar, a seguir hacia un callejón sin salida, a esa celda en que se mantuvo durante tantos años, en el que fue miserable como ser humano, donde espero el amor de tanta gente, no encontró recibo. Siguió corriendo contra todo, no creyendo, no pensando, no haciendo mas que expedir sudor, que seria recompensado con lo que él estaba buscando; paz.

Ya en la punta volvió a mirar al cielo, siguió fijó ante la impresión de que una cosa divina dictaba algo para su vida, que algo más grande que el se fijaba específicamente en plan que él llevaba en el universo, su universo.

Grito, grito para que hasta el sordo oyera, grito hasta quedar afónico, hasta que su mente volviera casi a recobrar las instancias en él, pero él seguía gritando aunque de su voz ya solo salía el rasposo sonido del suspiro, sus ojos gritaban, su cuerpo gritaba, y su alma ya empobrecida ante todo el silencio de respuesta grito de dolor.

Y los lamentos de esa alma fueron escuchados, por la mente que se regocijaba ante lo que sabia que ella era la única que tenia solución.

El hombre cayo de rodillas.

Sangrando de los labios, cayo el resto de su cuerpo, reventando con ello toda esperanza de ir mas lejos, de ir mas allá, de encontrar en su pequeño universo la paz que su cuerpo requería.

Mirando fijamente el suelo, con el cuerpo cansado de aquel súbito maratón en el que la mente gana mas terreno en su vida, sonrió.

Sonrió por que no encontró mas en su ser; por que sabia que no hay corazón mas alto que él en esa cumbre, en aquel risco, solitario en medio del mundo, ese mundo que sé retorcía en el suelo, en el que no viviría mas que el que supiera que el mal le gana al bien, que los sueños no son mas que eso.

Pasaron días para que se recuperara, pero lo logro se levanto de entre el polvo y el musgo que comenzaba a crecer entre los cimientos que dejo el cuerpo en el suelo.

Cojeando por la falta de fuerza quiso regresar a donde pertenecía, en el medio del risco donde estaba encima de los hombres pero a mitad de sus propios pensamientos, donde su voluntad seria siempre mejorarse a sí mismo.

Permaneciendo en pie comenzó a balancear sus apéndices, pero sus rodillas no pudieran con la queja de su cuerpo, volviendo a sucumbir en el cielo negro, en el risco, aquel risco aun maldito por la soledad que aun hoy lo embarga.

Quedando postrado sostuvo sus pensamientos un poco mas, mas de lo que cualquiera aguantaría. Esta que sus ideas claras ya pudieran centrarse. Se levanto. Ya sin quejas, sin mas que su alma y su mente a cuestas, se levanto y camino, recorriendo en días lo que en segundos antes había viajado; viendo el panorama que había pasado, la soledad y la falta de vida en la altitud.

Siguió lento, pero en su forma pesada de caminar se veía el cansancio de la vida, sus ojos ya negros como el ambiente, nublaban su ya lento caminar, continuo, sin descansó, sin queja, sin vida, sin nada.

Esa nada que llego con el cuándo subía la montaña, y que aun en estos días, sus días grises lo acompañaba como fiel sabueso acompaña a su amo.

Se mantuvo sin sentimiento hasta vislumbrar su paradero, su roca fiel en donde se postro su pie antes que sus pensamientos, donde encontró la felicidad vacía y banal.

Pobre hombre grita el viento, aun cuando aquel viento choca contra él lastimando ya la flama que queda del despojo de humanidad.

Feliz es y feliz será

Continuara en agonía feliz, siempre feliz.

El hombre se sentó

miro como sus sueños pasaban enfrente de el

y levanto la vista, mas su vida que miraba detrás

Le susurra realidad.

El hombre mira de nuevo sus sueños,

quedando frió por aquel sentimiento.

Pensó en seguirlos para alcanzarlos;

Pero tomo la esperanza que aun quedaba

y se fue a perseguir su vida.




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