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Saturday, October 21, 2006


Todos los días eran igual, levantarse, cocer un par de huevos y salir al mundo.
Salgo a trabajar todos los días siempre igual que hoy, me quejo de lo mismo, tal vez sea ese el detalle de mis días; saber que estoy repitiendo todo.
Últimamente he soñado que salgo a la calle y no hay nadie, volteo a todos lados y no encuentro el más mínimo signo de inteligencia.
Me obsesiona eso, saber que significado tiene, pero ya que cuando estoy ahí me siento fuera de todo, como una historia en tercera persona.

Salgo por la puerta pensando que todo esta bien, camino unos cuantos pasos, el aire a mi alrededor hiela, como cuando dejas la ventana abierta en una habitación totalmente vacía, veo todo y de pronto caigo en la idea de que no hay mas que yo.
Me da miedo, toda esa soledad me llena, si tan solo se detuviera un instante, algún momento tan solo para analizar bien las cosas, todo va tan rápido y no hay nada y siento que mi mundo esta vació, y todo se comienza a llenarse de hormigas, y solo estoy yo, y las casas se comienzan a iluminar de golpe, todo es tan brillante, las hormigas me rodean, todas hacia mi, como la reina fuera un Carlomagno y un ejercito romano asediándome, me rodea todo, todo, y me doy cuenta que estoy rodeado de mi mismo, mi cuerpo solo es algo que me aprisiona y de pronto la luz es tan contundente, cubre todo, es un vació total, unas escaleras, algunos cuartos parecidos a unas bodegas y yo solo, en esa calle, pensando y teniendo miedo.
Me levanto de golpe en ese momento, todos los días el mismo sueño, sin variaciones; mi cama, mi sabana, todo mi cuarto es una sombra, todo tan oscuro siempre que despierto, un cuando tenga las ventanas abiertas directo al sol, nunca hay luz. Me siento como si estuviera en un sueño, como si todo fuera una escenografía, pero ¿quien hará la obra de esta vida vacía?, ¿quien estará jugando con mi mente?, ¿que pone este sueño dentro de mi?.

El hombro comienza a molestarme, supongo que las malas posiciones que tomo mientras sueño, me pregunto donde estarán mis zapatos, debí dejarlo cerca de la puerta; nunca me ha gustado el olor que despide la gente cuando se levanta, talvez deba cambiar mis sabanas, o cambiar de cama, ese olor ya esta impregnado, todo estaría mejor supongo.

He trabajado durante mas de tres meses de volandero, me gusta pensar que es un trabajo para mantenerme alejado de mi cama, no lo hago por el dinero, si fuera por eso seria un trabajo demasiado pesado con una paga horrenda. Aun así siempre llego quince minutos temprano, se me hace de mala educación llegar tarde, mas para alguien que me paga.
Este día mi mapa es demasiado grande pero de todas formas lo haré en tres horas, corto o largo, siempre en tres horas.
Me gusta esta ruta por los aparadores, no por que me gusten las cosas que se vendan, ni la comida, si no que no me siento tan solo cuando veo mi imagen caminar junto a mi gracias a los vidrios, me duele el hombro todavía, y la gente me mira como si fuera un enfermo mental, es por el estupido movimiento de mi hombro, me hace balancearme del lado izquierdo, siempre pensé que se me quitaría con el tiempo, solo cuando camino mis músculos vuelven a su forma original.
En cada tienda por la que paso tengo que hacer lo mismo, un buenos días, un compermiso, y un “aquí tiene su volante”. La verdad la gente nunca quiere el volante, siempre ponen cara de estar recibiendo basura, la verdad es cierto, pero si me regresaran un “buenos días” seria feliz.

Hora y media y tomo el descanso, comúnmente me encuentro en el parque, o en la pizzería de la calle de la ruta de los aparadores, o si es un día de calor, lo tomo directamente debajo de un árbol, en la tienda de las “15 reses”, siempre me gusto el nombre, solo que nunca venden comida, siempre galletas.

Recuerdo alguna vez que me quede afuera de la tienta y un señor ni mas ni mas, comenzó a hablarme:
- joven, el descanso es hermoso en estos días, ¿no cree?- se me quedo viendo como si estuviera pensando yo en eso.
- si, más cuando es provechoso para el cuerpo.- no podía dejar de pensar en que le obligaría a hablarme, pero era una voz y apariencia agradable, no era molesto.
- cuando era joven trabaje en tantas cosas, nunca pensé que seguiría trabajando de viejito.- se quedo mirando al cielo mientras lo decía, supongo que comenzó a recordar.-
-no se ve tan viejo.- en apariencia no aparentaba ser viejo, ni pobre.
-tan solo ten cuidado muchacho, ten cuidado.-
-¿discúlpeme?- fue todo lo que dijo, y sin mas ni mas como llego se fue.
Jamás volví a ver por esos rumbos al viejo, tal vez sea un delirio de mi cabeza, pero siempre que la gente me ve descansar, me comienza a contar historias, la gente es tan rara.

Cuando andas en la calle siempre ocurren accidentes, es gracioso que siempre estoy de frente cuando pasan, en mi vida tal vez he visto mas de doscientos accidentes, el miedo y la adrenalina de las dos personas es excitante, siempre se nota en la cara como si hubieran visto algo hermoso, algo inexplicable, claro si es que salen. Recordé eso de los accidentes por una cosa que me impacto de uno de ellos.
Estaba enfrente de una avenida muy transitada, los camiones en esas avenidas siempre hacen paradas continuas en ellas, son demasiado ruidosos para no verlos pasar, puedo ver desde la otra acera a una señora con un jovencito caminar junto al pilar de un edificio, de pronto en seco, un camión a exceso de velocidad se lleva a las dos personas; las personas, el niño de nueve años logro empujar a su madre, ella solo se lastimo la cabeza, y tal vez una rodilla rota.
El niño quedo aplastado contra la pared por la parte del tronco del cuerpo en la defensa de del carro, creo que aplasto todo, seguía vivo cunado el conductor del camión comenzó a huir. La madre que estaba viendo a su hijo desangrarse por la boca, nariz y ojos, solo se quedo viendo a su hijos, el no lloraba, se quedo viendo a su madre a los ojos. Cuando hicieron retroceder al camión el ya estaba muerto, Nadie esperaba menos. tiempo de volver

Siempre que ya voy a terminar mi recorrido me detengo a observar la calle de mi trabajo, desde tres cuadras puedo oler el tiner de la maquina que sale de la maquina de volantes; no me gusta regresar cuando acabo, siempre están o de mal humor, o demasiado drogados para saber que ya he llegado.

Cien pesos, mil volantes, nunca me gusto eso, si fueran diez casas o veinte por cuadra seria un verdadero martirio, pero dejo cinco volantes por treinta casas de cada cuadra. Termino en tres horas. Termino mi día muy temprano, no me gusta trabajar por la tarde, me gusta sentarme por medio de mi cuarto a leer sobre las noticias del día, me gustaría comprar una televisión…



¿porque quitaste los comentarios Wayas? ¿tienes miedo a que te critiquen tus poemas plagiados? saludos jijijiji  


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